Quien me sigue sabe perfectamente que l’Empordà es mi patria chica. No nací allí, pero es ahí donde me encuentro a mi mismo.
Visito a vces bodegas en este territorio. La mayoría de viñas son llanas porque l’Empordà apenas tiene montañas. La gente es amable, sincera y lo que más admiro es que son como son. No tienen necesidad de quedar bien, pero al final te sientes siempre a gusto.
Estos días me he ido hasta la entrada de Mollet de Perelada. Ahí hay una bodega, La Vinyeta, que aparte de laborar unos vinos exquisitos, son personas que saben combinar perfectamente la tradición con la modernidad. Técnicas ancestrales con última tecnología. Una bodega que vale la pena visitarla.
Hemos probado un Microvins (cariñena) espectacular. Un vino terapéutico que te ayuda a revivir la Serra d’Albera, la tramuntana y toda la histoeria de esta tierra.
Es difícil describirlo, porque me da miedo quedar corto, pero es un vino de presente y de mucho futuro