Gran frase del pensador griego que le viene bien al mundo del vino. Cada día más nos encontramos con personas que dicen saber mucho de vino, con un intachable curriculum, gente que menosprecia a algunos de forma gratuita y alaba a otros de manera interesada, que se creen muy expertos en la cata, y que te describen un vino de forma rigurosa y científica.
Pero mi amor al vino va por otros lares. El vino es emoción y sentimiento. ¿Quién es capaz de medir y/o explicar que este vino enamora más que el otro? La descripción podrá ser concisa pero sin embargo la percepción será difícilmente definible y acotable.
Si cogemos alguna de las guías que te relacionan los vinos y bodegas existentes en determinada zona o país, podremos comprobar, si tenemos la paciencia de leerla de arriba a abajo, que muchas descripciones coincidirán. Pero no olvidemos que cada vino es único, y que la diferencia, más allá de la meramente descriptiva está en la sensibilidad de la persona que lo cata, aparte de otros aspectos que se suelen olvidar: la tradición de la bodega, la historia de los viñedos, la filosofía de las personas implicadas, de la geomorfología del viñedo, del clima,…