No sé por qué la gran mayoría de mis conocidos escogen un vino cuando van al restaurante considerando como criterio principal a la columna de la derecha (el precio). No sé por qué de vez en cuando debo oir comentarios tipo “este vino comprado en el supermercado… me ha costado menos de 5 eur y está la mar de bien”. No sé por qué se considera caro tomarte una copa de vino como aperitivo, y sin embargo no te cuesta pagar lo que sea por un gintonic.
El vino no es caro y no es barato. Como en todo en esta vida, hay que contextualizarlo, saber qué cartas tienes en la mano. El vino no es un complemento a la comida, sino que es parte de la comida como puede ser el aperitivo, el primer plato, el segundo y los postres. Es un elemento que nos debe permitir cerrar el círculo. Y es por ello que no debemos dejarnos influir de forma decisiva por el precio, sino que nos debemos dejar aconsejar por el personal del restaurante.
