Me gusta su nombre y me llama la atención esta bodega. En su página web aparece toda una declaración de intenciones. «Cada vino necesita su tiempo». Una frase que define perfectamente su filosofía.
El Bierzo tiene un microclima muy especial, muy adecuado a los cultivos de la zona. Un clima suave, benigno, más bien templado regulado por cierta humedad, todo ello se debe sin duda a que El Bierzo está situado en un valle. Es un clima similar al gallego en lo que a humedad se refiere y por otra parte es seco como en Castilla, lo que lo hace muy característico guardando un equilibrio hídrico a lo que se añade otra ventaja, su baja altitud impide, generalmente, las heladas tardías lo que resulta bastante benigno para la vendimia que se adelanta, normalmente, un mes sobre las del resto de Castilla.
En 1912 Ramón Peique construyó una bodega en Valtuille de Abajo. Posteriormente y ya en los años 50,s Ramón Valle construyó su propia bodega en la planta baja de su casa donde elaboró 132 hectolitros de vino a partir de 20.300 kilogramos de Mencía, Alicante bouschet y otras variedades autóctonas del Bierzo.
En 1999 las tres generaciones de la familia Peique se unieron en una aventura empresarial y desarrollaron el proyecto de una bodega en el pueblo donde nacieron y se criaron entre viñas y toneles.
Y ya en 2019, embotellaron sus primeros Vinos de Paraje: El Olivar y Cova de la Raposa. Dos vinos de viñedos centenarios de Valtuille, que hablan de la viticultura del Bierzo, de la personalidad de la uva Mencía, y que son un homenaje a la tierra que los vio nacer y a nuestra familia.
Una gran bodega con una gran historia detrás de ella.