Esta palabra tan rara como desconocida es algo tan simple como un antifúngico natural que se desarrolla en la piel de las uvas para evitar que ésta se pudra.
A la vez son las “culpables” de que se considere al vino (con moderación) como un elemento protecto de la salud cardiovascular. Este elemento ya se utilizaba en la ancestral medicina oriental para evitar enfermedades coronarias.
Actualmente se le considera como un antioxidante que tiene propiedades que favorecen la circulación sanguínea por las arterias.
Por lo tanto, y desde un punto de vista médico y científico, el tomar vino con moderación no debe ser perjudicial sino que además ayuda a la buena circulación de nuestra sangre. De ahí su inclusión en la dieta mediterránea.