Denominación Origen · 21 de abril de 2022

Tan lejos y tan cerca.

Gracias a la invitación de Silvia Arellano , ayer estuve en idyllica (gracias Nani por la excelente organización), en una cata de vinos australianos de Torbreck, dirigida por Sacha Timaeus, acompañado de la importadora en España Almudena Imhof.

Debo reconocer, que a pesar de conocer muchos vinos a lo largo de mi vida, los vinos australianos eran absolutamente desconocidos para mi. Tan lejos y tan cerca a la vez.

No voz a hacer una disquisición sobre el vino y su circunstancia en aquel país, ya que la información se puede encontrar fácilmente. Pero sí que me gustaría hacer una descripción personal, como en mi es costumbre, de lo que llegué a catar ayer por la tarde

Woodcutter’s Semillon

Allá en los años 80, el rockero granadino Miguel Ríos, popularizó una canción – concierto conocida como «Bienvenidos». Este es el carácter del Semillon catado ayer. Bienvenidos a la cata, gracias por estar aquí…. El primer vino que se cata es peligroso, puesto que, de alguna manera te da el tono de lo que va a venir después. Pero en este caso estuvo acorde a todo lo que iba a suceder después. El color precioso. Un amarillo – grisáceo que no sé si Pantone sabe que existe. Un tono que atrapa los sentidos y que nos dice que abramos la mente, que 15.000 km más allá de tu casa la magia del vino también existe.

The Steading

El primer tinto de la cata. Y como nos dice su nombre, nos ayudó a estabilizar después de la sacudida inicial con el anterior vino citado. Para mi, este vino resultó como aquel pasaporte que te sirve para entrar en cualquier rincón del mundo. Por unos momentos me sentía orgulloso, y especialmente privilegiado de estar disfrutando con un vino de un país tan lejano, teniéndolo tan cercano. Normalmente nos atrapa el hecho de que en la etiqueta de un vino se pueda leer de donde proviene, pero aquí, y en este caso es más que relevante. Me emociona vivir la demostración de la universalidad del vino. Y este es un ejemplo palmario.

Struie

Es la inteligencia del vino en una copa. Estaba disfrutando de su aroma cuando de repente caí en la cuenta de que hacer vino no es algo fácil. Al menos, hacer un buen vino se requiere, aparte de la materia prima, una inteligencia focalizada en saber encontrar y acertar en todos los factores que juegan a la hora de la elaboración de un vino como éste. Y como decía Einstein, El verdadero signo de la inteligencia no es el conocimiento, sino la imaginación. Y este vino es precisamente esto: gracias a su inteligencia nos permite imaginarnos la filosofía de la Bodega Torbreck.

Hillside

Para mi, la garnacha es pura reverencia. Cuando disfruto de ella, me vienen ganas de inclinarme ante la botella, y mostrarle el debido respeto a la tierra, a la viña, a los que participan en la vendimia y a todos aquellos que ayudan a que un día yo pueda tener ante mi una copa para degustar la garnacha. No me preguntéis por qué pero cada uno tiene sus pasiones personales.En mi humilde opinión, y ayer lo refrendé, la garnacha es única, sea de donde sea. Y en una vid de una colina de South Australia, se asemeja a una viña de mi querido Empordà. La grandeza del vino representada por la garnacha. Un día escribiré un libro sobre ella.

Les Amis

El nombre de este vino lo dice todo: No es un vino para ti. No seas egoísta. Es un vino para compartir. Con aquellas personas que significan algo para ti. Si no compartes, no disfrutas. Es como aquel secreto irresistible de no compartir, con aquella frase de «…no se lo digas a nadie pero…». Este es el vino. No se lo digas a nadie, pero yo de momento ya se lo he dicho a unos cuantos. Un secreto a voces para un vino que se debe compartir sí o sí.

RunRig

En estos momentos de la cata, me encontraba como en un partido de futbol donde va ganando tu equipo, y desearías que no terminara nunca, y que hubieran más goles. Pensaba, ¿y los habrá mejores?. Pues sí. El RunRig nos demostró la riqueza del elenco de vinos de esta bodega australiana que a partir de hoy será para mí un referente indiscutible y casi imprescindible para determinar el universo infinito de vinos que existen a nuestro alcance.

The Laird

Nos cuenta la Biblia, que Jesucristo, en su primer milagro, y estando en la bodas de Caná, esperó a que se terminara el vino, para transformar el agua en más vino, y que éste, aun era más exquisito que el anterior. Ayer sucedió algo parecido. Al final, tuve el privilegio de tomar una copa de The Laird. Y no digo catar, porque me parece un lenguaje reductivo en esta ocasión. Para mi era tomar, sentir, acariciar y disfrutar de un vino que cualquier definición acotaría sus extensas virtudes. Y eso me va a causar más de un problema, porque el listón, totalmente incontrolado, se me ha ido hacia muy arriba. ¿Y ahora qué voy a hacer amigo Sacha, cuando pruebe más vinos?

En resumen, y a pesar de lo poco ortodoxos que son mis comentarios, sí que quiero transmitir en ellos lo vivido ayer. Una experiencia única y priviliegiada.