El vino es historia · 20 de septiembre de 2023

Una viña en un aeródromo: ¿Cierto?

Es lo que pensé cuando un día fui a visitar el Celler Mas Llunes de Garriguella. La historia que nos explicaron era tan cierta como desconocida. Una viña plantada sobre un antiguo aeródromo de la época de la Guerra Civil, donde los aviadores republicanos intentaban poner freno a los Messerschmitt alemanes de la Legión Cóndor en sus incursiones a la Península Ibérica.

La zona imprime unas características especiales a los vinos, que vienen dadas por la variedad del terreno, pizarroso, y el clima mediterráneo, con inviernos fríos no demasiados intensos y veranos templados por la suavidad de la brisa del mar. Hay que añadir la presencia del fuerte viento de Tramontana, que juega a favor al secar los viñedos, evitar humedades y ayudar a la maduración.

El recorrido por las viñas de la zona tiene un añadido, ya que es posible ver los búnkers, refugios y otras construcciones defensivas de la Guerra Civil levantados en Garriguella, la población a la que pertenecen las bodegas. También se puede conocer el monolito que recuerda la muerte de Friederich Windemuth, el último piloto alemán de la Legión Cóndor, la fuerza enviada por el III Reich en apoyo de Franco,fallecido al estrellarse en 1939 aquí. Desde entonces, se venía repitiendo un misterioso suceso: nunca faltaban flores en su lápida.

Las dejaba allí cada cierto tiempo el español Josep Falcó, una leyenda de la aviación republicana, protagonista del último combate aéreo sobre el cielo de Cataluña durante la guerra. Él fue quien derribó uno de los dos aviones Me-109 en el que volaba el alemán honrado. «Murió él, pero pude haber sido yo, y por eso siempre que volvía al Empordà recogía flores y amapolas rojas y se las dejaba junto a su lápida», llegó a contar Falcó, quien falleció en Toulouse, donde estaba exiliado desde la contienda, en 2014 a los 97 años.

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