Se acerca época de elecciones. O lo que es lo mismo. Época de promesas de difícil cumplimiento, de descalificaciones gratuitas, de escasas soluciones, y de alejamiento de la realidad.
Entendía la política como el arte del diálogo para encontrar la mejor solución a los problemas reales. Debo ser un iluso, porque esto no es así. A menudo, la clase política está demasiado lejos del día a día de los ciudadanos.
¿Y qué tiene que ver todo ello con el vino? Hoy quiero romper una lanza a favor de los productores de vino, y de todas aquellas personas del sector primario. Para mi es el sector fundamental para nuestra vida, y de hecho es lo que da calidad a nuestra forma de vivir.
La persona que trabaja en el campo, (o que pesca en el mar), debe ser objeto de homenaje diario por parte de nuestra sociedad. Ellos cuidan de nuestra tierra, la hacen crecer, nos alimentan y nos ayudan a ser mejores humanos.
Sin embargo, son también el sector olvidado por nuestros gobernantes. Desde un despacho de Madrid y/o de Bruselas te dicen lo que tienes que hacer, lo que debes cobrar, y especialmente lo que debes pagar. No me extraña que muchas veces no se puedan cuadrar los números, porque de esto el funcionario N. no tiene idea.
Votemos a final de mes. Pero votemos bien. A aquellas personas que nos infundan confianza (si es que las encontramos), y que sean capaces de ayudarnos en el día a día. Y sin duda, y si salen elegidos, lo celebraremos con una buena copa de vino.